Casualmente he tenido que volver a subirme al dichoso tren, y esta vez el viaje ha dado más de sí, aunque haya sido casi al final. Normalmente suelo ser el protagonista de las borderías que se leen en este blog, pero esta vez voy a rendir homenaje a una persona que ha demostrado ser especial y educadamente borde.
La historia comienza cuando ya casi acababa el trayecto de Madrid a Barcelona. Esta vez disfruté del viaje en un vagón con unos asientos algo más espaciosos y con menos densidad de pasajeros por metro cuadrado, ya que transportaba un material especialmente sensible, delicado, voluminoso y pesado, y por su bien, no por el mío, hice el viaje en la zona del tren en la que normalmente viajan los famosetes o los espabilados que saben buscar buenas ofertas por internet...
Mi compañero de asiento, al que deseo una larga y dolorosa recuperación de la tortícolis(RAE) que seguro que tiene después de pasarse medio viaje hablando con sus compañeros de los asientos de atrás a través del hueco de su asiento y el mío, invadiendo lateralmente mi espacio vital reiteradamente, vio pasar a alguien cuando ya el tren estaba desacelerando. Como si la conociera de toda la vida, dijo a la mujer algo parecido a esto:
Enhorabuena por el premio que has ganado, qué bien, te lo mereces.
Se me hizo raro que hablara con esa naturalidad a alguien que venía de varios asientos más atrás, pues normalmente los compañeros de trabajo suelen venir agrupados en el vagón, y la verdad, lo primero que pensé es que eran compañeros de alguna empresa, y el pelota de turno estaba felicitando a una de sus jefas premiada por su duro trabajo y alguna que otra cuota que cubrir. Reconozco que ni miré a la mujer en cuestión, básicamente porque no soy muy cotilla, pero sí que pude escuchar su respuesta.
Pues no ha sido uno, han sido dos.
Y siguió su camino tan pancha.
Por unos momentos me quedé pensando en lo borde que había sido la mujer con su compañero de trabajo, que sólo quería ser educado aunque un poco pelota, mientras me dirigía a la puerta de salida con tiempo suficiente para recuperar mi valioso equipaje. Y una vez ya en la puerta de salida, me di cuenta que la señora estaba también esperando, al parecer con ganas de salir pronto del tren para que nadie más la felicitara... Pues... Tras unas gafas oscuras se encontraba... ¡Concha Velasco!
Sí, la chica ye-ye, o la de los anuncios de Tena Lady, según la generación, era la borde que dejó al tío a cuadros por reducir a la mitad los premios(elPais) que ganó hoy. La verdad es que no me gustan sus películas ni sus apariciones en programas de cotilleo, pero reconozco que la mujer me empieza a caer bien después de haberla visto defendiéndose bordemente de un pelota admirador bastante poco informado.
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