martes, 30 de junio de 2009

Los premios en el AVE

Reconozco que tenía ganas de escribir alguna aventura borde en el AVE desde hace meses, pero aún no se había dado una buena oportunidad hasta hace pocos días, cuando en uno de mis viajes practiqué el tethering(TBB) a alta velocidad.

Casualmente he tenido que volver a subirme al dichoso tren, y esta vez el viaje ha dado más de sí, aunque haya sido casi al final. Normalmente suelo ser el protagonista de las borderías que se leen en este blog, pero esta vez voy a rendir homenaje a una persona que ha demostrado ser especial y educadamente borde.

La historia comienza cuando ya casi acababa el trayecto de Madrid a Barcelona. Esta vez disfruté del viaje en un vagón con unos asientos algo más espaciosos y con menos densidad de pasajeros por metro cuadrado, ya que transportaba un material especialmente sensible, delicado, voluminoso y pesado, y por su bien, no por el mío, hice el viaje en la zona del tren en la que normalmente viajan los famosetes o los espabilados que saben buscar buenas ofertas por internet...

Mi compañero de asiento, al que deseo una larga y dolorosa recuperación de la tortícolis(RAE) que seguro que tiene después de pasarse medio viaje hablando con sus compañeros de los asientos de atrás a través del hueco de su asiento y el mío, invadiendo lateralmente mi espacio vital reiteradamente, vio pasar a alguien cuando ya el tren estaba desacelerando. Como si la conociera de toda la vida, dijo a la mujer algo parecido a esto:

Enhorabuena por el premio que has ganado, qué bien, te lo mereces.

Se me hizo raro que hablara con esa naturalidad a alguien que venía de varios asientos más atrás, pues normalmente los compañeros de trabajo suelen venir agrupados en el vagón, y la verdad, lo primero que pensé es que eran compañeros de alguna empresa, y el pelota de turno estaba felicitando a una de sus jefas premiada por su duro trabajo y alguna que otra cuota que cubrir. Reconozco que ni miré a la mujer en cuestión, básicamente porque no soy muy cotilla, pero sí que pude escuchar su respuesta.

Pues no ha sido uno, han sido dos.

Y siguió su camino tan pancha.

Por unos momentos me quedé pensando en lo borde que había sido la mujer con su compañero de trabajo, que sólo quería ser educado aunque un poco pelota, mientras me dirigía a la puerta de salida con tiempo suficiente para recuperar mi valioso equipaje. Y una vez ya en la puerta de salida, me di cuenta que la señora estaba también esperando, al parecer con ganas de salir pronto del tren para que nadie más la felicitara... Pues... Tras unas gafas oscuras se encontraba... ¡Concha Velasco!

Sí, la chica ye-ye, o la de los anuncios de Tena Lady, según la generación, era la borde que dejó al tío a cuadros por reducir a la mitad los premios(elPais) que ganó hoy. La verdad es que no me gustan sus películas ni sus apariciones en programas de cotilleo, pero reconozco que la mujer me empieza a caer bien después de haberla visto defendiéndose bordemente de un pelota admirador bastante poco informado.

martes, 23 de junio de 2009

Terminales de telefonía móvil

Ayer hablaban en el telediario de Antena 3 sobre los iraníes que intentan desprestigiar la clara, apabullante y democrática victoria de Mahmud Ahmadineyad en las elecciones que se celebraron recientemente en su país mediante la difusión de imágenes adulteradas y tergiversadas que pretenden hacernos pensar que en las calles de Teherán la gente no convive pacíficamente y celebra el resultado electoral.

Un iluminado con cara de iluminado, seguramente un experto en algo, nos contaba que todo esto era posible gracias, sobretodo, a las posibilidades de grabación de vídeo y envío a través de internet de los más modernos terminales de telefonía móvil. Y The Big Borde se pregunta... ¿No es más fácil, corto y conciso decir teléfonos móviles en vez de terminales de telefonía móvil?

Sigamos el ejemplo del experto... A partir de ahora, en vez de ordenador portátil, diré equipo de proceso informático compacto, en vez de televisión, receptor de imágenes animadas inalámbricas remotas, y en vez de consola, reproductor interactivo de software lúdico. Supongo que así nos entenderemos todos mejor...

lunes, 22 de junio de 2009

Tethering y otros hábitos

Hoy he experimentado una sensación indescriptible... ¡Practicar tethering(Wiki) a 300Km/h! La verdad es que no ha ido mal, excepto porque en Los Monegros(Wiki) hay menos cobertura GPRS que sitios con sombra y porque el reflejo del sol de media tarde no dejaba ver bien a veces la pantalla del Mac.

Por lo demás, todo muy bien, el Mac y el iPhone forman un buen equipo, el iPhone proporciona al Mac la conexión a internet por 3G, que en circunstancias normales devoraría la batería en muy poco tiempo, y en agradecimiento el Mac se dedica a cargar el iPhone a través del mismo cable, del que no llegué a ver salir humo en ningún momento pese al esfuerzo. El sistema todavía dista de ser perfecto, sobretodo cuando se pasa de una zona con cobertura a una sin, y luego se vuelve a recuperar... A veces la mejor única solución es por este orden renovar el DHCP en el Mac, sacar y volver a meter el cable, o definitivamente desconectar y volver a conectar el modo avión del iPhone. Todavía no he tenido que apagar y encender el iPhone, pero tiempo al tiempo.

Pero no quería sólo bacilar de internet a alta velocidad, nunca mejor dicho. Lo que quiero es analizar lo mucho que disfrutamos usando términos ingleses cuando hablamos español, sobretodo si son acerca de gadgets para geeks, valga la redundancia. No tengo claro si sabríamos decir en español mobbing, check-in, parking o tethering... Así que voy a aportar mi granito de arena a esta fea manía, y voy a inventarme unas palabras que describen comportamientos o acciones modernas, que sin ser necesariamente geek, creo que merecen una palabra rara que las defina.

A primera hora de la mañana, en el Metro en dirección a Sants, asistí a una buena sesión de wagoncrossing. El wagoncrossing es una conocida afición que consiste en entrar en el Metro por un extremo, y repentinamente, sentir la imperiosa necesidad de salir justo por el extremo contrario, por lo que el practicante de wagoncrossing debe recorrer toda la longitud del tren, buscando obviamente el lugar más estrecho y con más gente acumulada para atravesar uno a uno todos los vagones del convoy. Por supuesto, los seguidores del wagoncrossing se organizan espontáneamente, de manera que entran por ambos extremos del convoy y deben dirigirse al extremo opuesto, y en el momento en el que se cruzan, lo hacen por el mismo sitio, que naturalmente es donde hay más gente esperando pacíficamente para salir por la puerta más cercana sin necesidad de molestar a los demás. Lo difícil que debe haber sido la vida de esas persona hace años, cuando no se podía pasar de un vagón a otro...

Más tarde, llegando a la estación de RENFE de Sants, me encontré con un par de personas practicando un pasatiempo habitualmente veraniego, el show'n'hide. El show'n'hide consiste en llevar una indumentaria cuya estructura y talla son inferiores a la debida, de manera que hacen que se desborden los michelines(RAE) de la protagonista o se pueda adivinar el color del tanga que desluce, y a cortos intervalos de tiempo, estirar las prendas que no cubren todas las vergüenzas de su dueña para conseguir cubrirlas temporalmente, hasta que la elasticidad de las mismas vuelven a dejarlas al descubierto, y vuelta a empezar.

Ya en el tren, no faltaron los fans del secretshouting. Los amantes del secretshouting suelen llevar traje, no de mucha calidad pero sí más caros que la porquería de móvil que usan. Suelen gritar para hablar por teléfono, de manera que todos los que están a menos de ocho asientos de distancia se enteran, aunque no quieran, de los secretos inconfesables de su empresa o de su cuñado. Imagino que la corbata con la que les castigan en su trabajo tiene alguna influencia en la cantidad de sangre que les llega al cerebro o que la presión sobre su laringe ha hecho que pierdan la capacidad de comunicarse con un tono de voz normal, por lo que gritan para intentar comunicarse por teléfono.

De vuelta en Barcelona, una madre practicaba son su hijo el sonfattening, que consiste en alimentar al pobre chaval con bollería industrial a las siete y media de la tarde, a menos de dos horas de lo que debería ser una cena sana y ligera. Esta práctica es totalmente incompatible con preparar un buen bocadillo o algo de fruta en casa y suministrárselo al niño, aunque sí que es mucho más cómoda.

Espero que pronto estas palabras sean de uso tan habitual como muchas otras que tenemos que soportar cada día.