miércoles, 27 de agosto de 2008

El borde de vacaciones

Los bordes también tienen derecho a irse de vacaciones, merecidas o no, pero no tienen permitido descansar durante ese periodo y deben seguir siendo bordes y plasmando sus borderías en este blog.

Este año the Big Borde se fue unos días de vacaciones con la familia, no muy lejos de casa, a descansar, tomar el sol y pensar lo borde que podría ser si fuera el gerente del hotel en el que se alojó.

Es una lástima que en los hoteles se deba ser exquisitamente atento con las clientela, pues creo que durante las vacaciones es cuando la gente se vuelve más gilipollas y más oportunidades de ser borde con ellos se tienen.

Yo sería especialmente borde con los españoles, pues pese a lo que diga Gasol, me temo que si no cambiamos algunos hábitos va a ser difícil que nos admiren los extranjeros que vienen de vacaciones a nuestro país y se topan con algunas costumbres autóctonas poco admirables...



Empezaría siendo borde con la comida. Rectifico, con los que se la comen. Es habitual que en los hoteles haya restaurantes con buffet libre, y algunos de ellos, orientados especialmente a las familias con descendencia, ofrecen una pequeña zona de ese mismo buffet con platos especiales para niños. Lo triste es ver cómo los adultos españoles se agolpan alrededor de esa zona y se llevan platos a rebosar de patatas fritas, nuggets de pollo o pasta con queso y tomate, mientras los niños lloran desconsolados porque un gordo cabrón



se ha llevado la ración de patatas correspondiente a 10 niños mientras los guiris(RAE) se hartan de gazpacho, gambas, paella y sandía.

Si the Big Borde fuera el gerente del hotel, cerraría esa zona y haría dos entradas distintas, una para niños y otra para adultos, como hacen en las tiendas Imaginarium.



Pero eso sí, la puerta de los adultos estaría electrificada para que en cuanto el adulto de marras intentara acceder al recinto de la comida de los niños sufriera una descarga de 25.000 voltios, se grabara la escena con una webcam e inmeditamente fuera publicada en YouTube, mientras por la megafonía del comedor se escuchara la voz del Big Borde diciendo "Gordo cabrón, ¿por qué no dejas en paz la comida de los niños y les das ejemplo con una buena ensalada, algo de pescado o carne a la plancha y un poco de fruta de postre?

No sé si el cliente volvería, pero seguro que se acordaría de mí...

También es curioso el buen uso del horario de comidas del establecimiento. Somos tan afortunados en España que el sol empieza a calentar a partir de las 10 de la mañana, a las 7:30 de la mañana ya hay luz y comida preparada para darse un buen desayuno, y los momentos de máximo sol transcurren entre las 13:00 y las 14:00. A partir de las 18:00, la sombra suele adueñarse de buena parte de las zonas de piscina. Por todo esto creo que no es mala idea comer cuando el sol comienza a hacer daño, léase las 13:30. Si queremos espaciar adecuadamente el desayuno y la cena, tiramos 6 horas atrás para pegarnos un buen desayuno y nos encontramos con que las 7:30 es una buena hora. Tiremos 6 más hacia delante, y debería ser lógico cenar sobre las 19:30. Obviamente, no son las horas que siguen la mayoría de españoles. Pero algo de bueno han de tener si los guiris y the Big Borde están desayunando, comiendo y cenando a esas horas, mientras la mayoría de españoles lo hace aproximadamente dos horas después, previa espera a la entrada del restaurante porque a esa hora ya hay cola para entrar, y degustando los sabrosos platos recalentados y el pan convenientemente manoseado. El único problema de este horario europeo es que es incompatible con la programación cultural de las distintas cadenas generalistas que comienza alrededor de la medianoche. Y sin esa tele a todo volumen y esos programas de calidad antes de coger el sueñecito, ¡qué sería de muchos!

Dejemos el comedor y vayamos ahora a la piscina. Una vez más, en una zona turística es fácil distinguir a los españoles. Mientras los guiris y the Big Borde hacen cola a la puerta de la piscina 10 minutos antes de que la abran, con el objetivo de hacerse con una posición privilegiada tras un cálculo exhaustivo de la orientación de la sombra de la sombrilla durante todo el día, los españoles aparecen una hora después, con cara de sueño, después de haber desayunado fuerte (un café y un par de bollos industriales), maldiciendo porque los guiris ya han cogido todas las tumbonas y ellos, después de haberse levantado pronto, se quedan sin sombra, o peor aún, lejos del bar. Si the Big Borde fuera gerente del hotel, también haría dos accesos distintos a la piscina, uno para guiris y bordes, y otro para españoles dormilones. Este último se abriría a las 11, y llevaría a una zona reservada de la piscina con barra libre de bollería industrial (para aprovechar la jornada de sol sin necesidad de pasar antes por el restaurante a desayunar) y surtidores de vino barato con gaseosa(Wiki), todo ello rodeado de una capa de material insonorizante para que el resto de huéspedes no tenga por qué enterarse de dónde se han ido de vacaciones los últimos diez años, lo bonito que es Disneyland París o cuánto consume el último coche que se han comprado.

En definitiva, un borde de vacaciones no puede entender cómo hay tanta gente que paga una estancia en un hotel para hacer cola en el restaurante, comerse las sobras de los demás y la comida de los niños y contar su vida a otra persona que acaba de conocer en la parte más recóndita de la piscina. Seguiré yendo de vacaciones a sitios con muchos guiris y horario de guiris, y recopilando hazañas de mis compatriotas durante su disfrute vacacional...

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