domingo, 5 de octubre de 2008

Campeonato del mundo femenino de paracaidismo

The Big Borde cambia sus hábitos televisivos durante el fin de semana. Tener un bordecito de apenas 5 años de edad es una responsabilidad, y compartir con él sus programas favoritos de televisión es una experiencia muy aconsejable.

Uno de sus programas preferidos es "Así se hace", aunque hace pocas semanas han dejado de pasarlo y en su lugar dan otro titulado "Cómo lo hacen". Ambos programas, de Discovery Channel, son muy recomendables para un niño de su edad, y por qué no, para su padre también.

En el "Cómo lo hacen" de hoy, nos hablaban del complejo entrenamiento necesario para participar en el campeonato del mundo femenino de paracaidismo. Durante el reportaje las componentes del equipo inglés nos explicaban sus experiencias, entre ellas las del entenamiento en un simulador, algo parecido a un gran cilindro donde una especie de aspiradora gigante imita las condiciones que se dan durante el salto real. También nos contaban lo caro que es alquilar una avioneta para hacer saltos en condiciones reales, y otras cosas tanto o más interesantes que estas dos. Otra curiosidad que se puede descubrir viendo el programa es que las saltadoras usan sus extremidades para cambiar el área de su cuerpo que interacciona con el aire, para así variar el ángulo y la velocidad de caída.

Después de unos diez minutos de reportaje, cuando ya te has hecho amigo de las inglesas, nos cuentan que aspiran a acabar segundas, ya que las francesas son las favoritas...

Durante todo el reportaje, siempre aparecen las inglesas, y uno acaba pensando "por qué las malditas francesas han de ser favoritas, con lo simpáticas que son las inglesas".

Y entonces, durante apenas unos segundos, aparecen las francesas, y The Big Borde inmediatamente entiende por qué son favoritas. Cómo ya nos dijeron en el documental, las saltadoras usan sus extremidades para coordinar sus movimientos, y las francesas cuentan con un aliado especial, un apéndice nasal de tamaño desproporcionado, que les sirve como timón para realizar piruetas mucho más complejas que las inglesas, de fisionomía nasal más estilizada.

sábado, 4 de octubre de 2008

Miedo a perder el puesto laboral

Puede parecer que tengo manía a los informativos de Antena 3, pero lo que pasa es que son los únicos que veo de vez en cuando. A veces también los de CNN+, incluso los del canal 3/24. Pero son los de Antena 3 los que veo con más frecuencia.

Que nadie se extrañe entonces si los cito frecuentemente cuando me pongo borde...

Esta vez la culpa no fue de los redactores. Esta vez fue un sufrido entrevistado durante el telediario de Antena 3, el que nos explicaba que, debido a la crisis, la gente coge menos bajas por miedo a perder su puesto laboral(RAE).

Me resulta especialmente molesto ver como mucha gente, en vez de usar palabras de uso común y correcto, intenta parecer más elocuente usando palabras que realmente lo único que hacen es demostrar un desconocimiento profundo del significado de las mismas. Laboral significa "Perteneciente o relativo al trabajo, en su aspecto económico, jurídico y social". El mismo diccionario nos pone como ejemplo calendario laboral o incapacidad laboral. Podemos añadir derecho laboral, jornada laboral, ascenso laboral y otras múltiples acepciones...

Pero siento discrepar y discrepo de la expresión puesto laboral. Obviamente, puesto de trabajo puede sonar más vulgar, pero es que vulgar o no, se dice así. Si optáramos por hablar todos como ese señor, sería habitual oir aberraciones como compañero laboral o amigo laboral, y a veces quedaríamos con alguien en la puerta laboral.

Espero que sigamos teniendo compañeros de trabajo, amigos del trabajo o que quedemos con ellos en la puerta del trabajo. Aunque la palabra laboral nos siga pareciendo especialmente refinada y adecuada para ser dicha si nos entrevista la tele.

Boeing y el MD-82

El accidente del JK 5022(Wiki), un MD-82(Wiki) de Spanair, todavía sigue dando mucho que hablar, y gracias a él, o por desgracia y culpa de él, hoy en día casi todo el mundo habla de Boeing(Wiki), McDonnell Douglas(Wiki), los flaps y slats y sabemos que los aviones pueden estar en modo tierra o modo vuelo.

Estos expertos aeronáuticos que merodean por todos los medios de comunicación tienen muy bien aprendidas estos cuatro conceptos básicos, pero resulta gracioso ver como luego se equivocan en lo más elemental.

Ayer empezó a correr la noticia de que, al parecer, los técnicos de Spanair no siguieron los manuales de operación de Boeing tras el incidente de la sonda de temperatura externa. Algunos medios de comunicación, como el telediario de Antena 3, añadieron, de su propia cosecha, que Spanair no siguió los manuales de Boeing, compañía fabricante del MD-82.

Un par de ejemplos escritos...

Libertad Digital
20 Minutos

Hagamos un ejercicio de sencillas matemáticas... El avión accidentado(info) voló por primera vez en 1993. Boeing compró McDonnel Douglas en 1997. Por lo tanto McDonnel Douglas todavía no era parte de Boeing en 1993. ¿Qué empresa es la faricante del MD-82? Pues McDonnell Douglas, y no Boeing.

Acepto que me digan que los técnicos no siguieron los manuales del fabricante, sin más, pues Boeing es un fabricante de aviones. Pero The Big Borde no puede aceptar que se diga que los técnicos no siguieron los manuales de Boeing, fabricante del MD-82, pues Boeing no lo ha fabricado, aunque haya comprado a la empresa que lo fabricó.

Así que no nos dejemos engañar, igual que nunca aceptaríamos que nos dijeran que Volkswagen(Wiki) fabricó el SEAT(Wiki) 600(Wiki), no permitamos que nos digan que Boeing fabricó el MD-82, con sus flaps, sus slats y sus sondas de temperatura exterior.

jueves, 2 de octubre de 2008

El futbolista que no cobra

Los comentaristas deportivos y los propios deportistas están estos días que se salen...

Hoy he visto a Joseba Etxebarria explicando que ha llegado a un acuerdo con su club, el Athlétic de Bilbao, para jugar la próxima temporada gratis.

Hasta aquí todo bien, pero cuando ha querido explicarlo mejor, ha dicho que su deseo siempre había sido jugar su última temporada como profesional sin cobrar.

Y me temo que se está equivocando, pues un profesional(RAE), según el diccionario, es alguien que ejerce una profesión, y una profesión(RAE) es ni nás ni menos que un "empleo, facultad u oficio que alguien ejerce y por el que percibe una retribución". Así que me temo que ser profesional y no percibir una retribución es algo que el diccionario no tiene contemplado, aunque Joseba y el Athletic sí.

Imagino que un profesional de su edad no vería bien reconocer que, como agradecimiento al club que le fichó por 550 millones(Wiki) de las antiguas pesetas, va a jugar su último año en el Athletic como aficionado(RAE), es decir, como alguien "que cultiva o practica, sin ser profesional, un arte, oficio, ciencia, deporte, etc."

miércoles, 1 de octubre de 2008

Más comentaristas deportivos

Ayer recordaba cómo nos obsequian los comentaristas deportivos con expresiones como dificultad orográfica o vuelta estratosférica. Quizá fue el partido de Champions lo que me hizo recordar esas dos perlas deportivas que escuché recientemente...

Afortunadamente la Champions la disfrutamos dos días por semana, previo pago de la cuota mensual de Canal +, obviamente, y hoy miércoles los comentaristas de Canal + han querido poner su granito de arena a esa montaña de incorrecciones lingüísticas con las que ellos y sus compañeros de profesión nos deleitan.

En una retransmisión de fútbol nos encontramos varios tipos de comentaristas; algunos seguramente habrán estudiado periodismo y se han especializado en el deporte rey, y mientras ellos estudiaban esa carrera de letras, otros, ahora compañeros suyos, entrenaban y jugaban a fútbol profesionalmente, algo que inevitablemente les restaba tiempo para esmerarse en las materias que el resto de sus compañeros estudiaban con afán, especialmente lengua española.

Quizá por haber dedicado ese tiempo al balón en vez de a la gramática, Pichi Alonso, comentarista de Canal + y exfutbolista, nos ha dicho hoy que el Shakhtar Donetsk(WEB) es el onceavo(RAE) de la liga de su país. Cuando me estaba recuperando del ataque de nervios que me produjo esucharle, volvió a decirlo de nuevo, así que descarto que haya sido un desliz y por ello voy a cebarme con él.

El Shakhtar sólo podría ser un onceavo de la liga de Ucrania si ésta estuviera compuesta por once equipos, de ese modo, cada uno de los once equipos representaría un onceavo del total. Aún así, tendríamos que decir que ocupa la úndecima(RAE) posición en el caso de que estuviera clasificado inmediatamente después del décimo, que es lo que imagino que quería decirnos el exfutbolista.

Perdonaré a Michael Robinson sus deslices, sobretodo fonéticos, ya que es de sobras conocido por todos lo difícil que es para un angloparlante hablar español, recordemos si no la soltura verbal de Beckham o Woodgate cuando jugaban en el Madrid... Estaré atento a que Carlos Martínez no suelte ninguna expresión estratosférica u orográfica durante la transmisión. Y mientras, señor Alonso, repita conmigo: undéecimo, duodécimo, decimotercero, decimocuarto... O en caso de duda, diga simplemente: El Shakhtar ocupa el puesto número once de la liga de su país, le entenderán igual y the Big Borde podrá ver el partido sin alterarse.

martes, 30 de septiembre de 2008

Borde sobre ruedas

Creo que mejor manera de perder un amigo de profesión comentarista deportivo es regalándole un diccionario. Me parece terrible ver la cantidad de patadas que le pegan a diestro y sinestro, pero lo peor del asunto es que no entiendo y creo que nunca entenderé por qué lo hacen. Dudo que sea por ignorancia, pues sus cafradas las cometen con palabras de uso poco habitual. Quizá lo hacen para parecer más ilustrados de lo que realmente son, aunque cualquiera con un diccionario en la mano puede comprobar fácilmente que esa brillantez semántica es en realidad un espejismo gramático y sintáctio.

¿Qué quiere the Big Borde decir con esto? Algo muy sencillo... Que expresarse correctamente no es sólamente combinar palabras biensonantes y rimbombantes, sino que es necesario respetar un mínimo de reglas y decir las cosas de manera correcta aunque tengan menos de tres sílabas y no sean esdrújulas.

Por ejemplo, escuchando las apasionantes retransmisiones radiofónicas de una vuelta ciclista, podemos escuchar perlas como "el pelotón se acerca a la primera dificultad orográfica de la jornada". Qué nivel, señor comentarista. ¿Dónde aprendió la palabra orográfica(RAE)? Ah, de acuerdo, significa relativa a la orografía(RAE), que es la "parte de la geografía física que trata de la descripción de las montañas". Pensemos también en la segunda acepción, "conjunto de montes de una comarca, región, país, etc.". No hay por donde coger ninguna de las dos... Si estamos hablando de una ciencia, dudo que el comentarista esté insinuando que los ciclistas tendrán que resolver un difícil examen en que se les pregunte por el significado de monte, otero, vaguada o valle mientras pedalean. Tampoco me parece claro que el conjunto de montes de la comarca o región por donde transcurre la etapa sea realmente una dificultad en sí, ya que muchos de esos montes serán simplemente elementos decorativos en el horizonte.

Así que me temo que nuestro comentarista estaba pensando en decir dificultad montañosa, que significa "relativa a las montañas", mucho más adecuado a la realidad, aunque claro, mucho menos impactante que dificultad orográfica.

Pero esto no es nada comparado con lo que nos pueden decir en una retransmisión de Fórmula 1. A más velocidad, más sílabas en las palabrejas favoritas del comentarista en cuestión. Esta vez, mis oidos rechinan cuando oigo que el piloto ha completado una vuelta estratosférica. Imagino que el hombre debe disfrutar cuando una nave o avión realiza un vuelo estratosférico, imaginando que una palabra tan epectacular sólo se puede referir a la increíble velocidad a la que se realiza el vuelo. Pues no amigo, estratosférico(RAE) significa relativo a la estratosfera(RAE), que es la "zona superior de la atmósfera, desde los 12 a los 100 km de altura". Aunque al comentarista no le haga tanta ilusión, un caracol subido a un globo de helio podría realizar un vuelo estratosférico, a bastante menos velocidad de la que desarrollan Alonso o Hamilton, que creo que es a lo que pretendía referirse el calvo de Tele 5. No hay que tener un pelo de tonto para decir que el piloto ha completado una vuelta rapídisima, o si se quiere exagerar, que la ha completado a velocidad supersónica... Dudo que los bólidos lleguen a alcanzar esas velocidades, pero al menos, no mezclaremos la velocidad con el tocino, o como en este caso, con la altura.

lunes, 29 de septiembre de 2008

Libro: El año que mi abuelo vio llover

Esto de los blogs e internet es la leche. La verdad es que últimamente no me sobra tiempo para leer, una excusa tan buena como muchas otras para no abrir un libro. Aunque de vez en cuando, un tema interesante y el empujoncito de un amigo en forma de préstamo bibliográfico puede ser suficiente para sumar un libro más a mi lista de leídos.

Uno de los problemas o ventajas que tengo con los libros es que se me olvidan muy fácilmente. Problema porque se me queda cara de tonto cuando alguien me pregunta sobre qué iba el libro, ventaja porque unos meses después puedo volver a leerlo y disfrutarlo casi como la primera vez. Un día de éstos desempolvaré mi colección de Isaac Asimov y volveré a experimentar los orígenes, la historia, el preludio y otras circunstancias de La Fundación.

Así que hoy seré borde, y de paso intentaré dejar escritas algunas cosas que me gustaron para que no se me olviden, con el libro El año que mi abuelo vio llover, de Tomàs Molina, conocido hombre del tiempo de TV3.



El libro es fácil de leer, básicamente se trata de ir pasando páginas y entender lo que ha escrito, como en casi todos. Ya son menos los libros que una vez leídos nos dejan algo en qué pensar. Por ejemplo, el tan premiado y agradable de leer Cien años de soledad no despierta en mi cerebro ningunas ganas especiales de pensar en algo interesante una vez terminado el último capítulo, pese a que me gustó leerlo.

En cambio, el libro de Tomàs Molina sí que me ha servido para darle una nueva repensada a algunos temas relacionados con la teoría del calentamiento global, y me ha dado algunas ideas, quizá un poco bordes, para afrontarlo.

Me ha sorprendido gratamenete que al autor del libro haya tratado algunos temás tabú en este país con bastante naturalidad, intentando quitarles hierro y haciéndonos pensar. Por ejemplo, nos ha querido recordar a todos que la energía que compramos a Francia, bastante, por cierto, proviene de centrales nucleares. Esas centrales nucleares cuyas torres de refrigeración aparecen como imagen de fondo echando vapor de agua(TBB) siempre que el locutor nos habla de las terribles conecuencias de los gases de efecto invernadero.

También me ha parecido curioso que, siendo presentador de TV3, diga la envidia que le da ir a Madrid y ver la cantidad de cosas nuevas que se hacen ahí cada año mientras en Cataluña todo va más despacio. The Big Borde añadiría que eso que ocurre en Madrid perjudica el medio ambiente, ya que cada vez que un catalán ha de ir a Madrid debe imprimirse un mapa del metro nuevo, pues el anterior ya no le vale, con el consiguiente gasto en papel, tinta y energía que ello supone.

Me ha parecido especialmente sospechoso que el autor insista en que la predicción del clima se basa en complejos modelos matemáticos, cuya efectividad se ha comprobado con los datos que tenemos del pasado. Es decir, se tiene una fórmula que nos explica cómo ha variado el clima en los últimos años, justo hasta ayer. Como hacen los analistas bursátiles con gráficas y verborrea cuando nos explican el comportamiento de un índice. Pero lamentablemente esos modelos matemáticos no sirven para decirnos qué va a pasar a corto plazo, lástima. En cambio, si por ejemplo baja la cantidad de nieve caída en los últimos 3 años en Cataluña, nos dice que los modelos matemáticos ya lo había predicho. ¿En qué quedamos, Tomàs? :)

No quiero que se me olvide tampoco que dice, valientemente, que los políticos nos dicen qué debemos hacer, pero ellos realmente no están haciendo nada de manera activa.

Por culpa de los políticos o a pesar de ellos, también nos cuenta que los científicos han tirado la toalla y no piensan en la posibilidad de parar o revertir el calentamiento global. Nos habla principalmente de cómo mitigar sus efectos. Siendo malpensados, podría parecer que, en caso de que el calentamiento global no estuviera provocado por el hombre, sino que fuera un proceso natural, obviamente no tenemos nada que hacer para modificarlo. Y siendo malpensados de otra manera, podríamos pensar que los políticos no son capaces de solucionar este problema del que tanto nos hablan, o al menos no pueden hacerlo sin arriesgase a perder votos, y ahora nos cambian el discurso sin decirnos exactamente por qué. Vamos, cualquiera podría pensar que legislando activamente, por ejemplo, prohibiendo las bolsas de plástico, subiendo el precio del agua y la luz, construyendo centrales nucleares y limitando significativamente el número de aviones y coches que nos rodean, se podía revertir ese proceso que nos dicen que hemos iniciado nosotros, pero como nos enfadaríamos y no les votaríamos, prefieren no hacerlo.

Ni tampoco quiero pasar por alto que, además de las restricciones, austeridad y sacrificios de los ciudadanos, hay otros métodos investigándose que consisten en usar la tecnología para intentar mitigar la acumulación de CO2 en la atmósfera y el aumento de la temperatura que teóricamente ello supone. Me pareció muy interesante y es algo de lo que se habla muy poco en los medios de comunicación.

Otra cosa que me ha hecho pensar es que se debería bonificar de alguna manera que la gente abandone las ciudades y se traslade a vivir al campo o a pueblos menos urbanos. Creo que es otra idea que debería desarrollarse.

Pero lo que más me ha impresionado es saber el alto porcentaje de gases de efecto invernadero que provienen de los pedos, en especial de los de las vacas y los humanos. Los pedos humanos tienen otros efectos bastante palpables en nuestra sociedad, pero eso da para un post completo o incluso un libro. El año que mi abuelo me vio peer. Me quedo con el título... Y no quiero olvidar que en el libro se menciona que los humanos nos tiramos una media de 20 pedos al día, lo cual implica que diariamente ciento cuarenta mil millones de pedos van a parar a nuestra atmósfera.

Espero que no acabemos como en esa película de Stallone, en la que el hombre viajaba al futuro y se encontraba rodeado de unas máquinas repelentes que le multaban cada vez que decía un taco. Si la lucha contra el calentamiento global supusiera que nos multaran por cada pedo que nos tiramos, muchos de nosotros correríamos el riesgo de arruinarnos en pocos meses. Quizá se debería firmar un Protocolo de Peoto, en el que, de manera similar a como se pactó en el de Kyoto, se fijara una cuota de emisión de pedos por habitante, y se puiera comerciar con la compraventa de esos derechos a peerse. Lo justo sería que al menos el primer pedo de la mañana fuera de libre disposición, y que se fijara un número mínimo de pedos exento de esta regulación.

Debería haber un mercado globalizado para este nuevo producto financiero, algo así como la bolsa (de pedos), que nos serviría para planificar a medio plazo nuestra dieta, en especial la ingesta de fibra y frutos secos, y las consecuencias de ello.

También sería vital para nuestro nivel de vida que hubiera un mercado minorista de derechos de pedos. Una buena regulación y la compraventa anticipada de derechos a gran escala no siempre es suficiente, y en previsión de digestiones especialmente rebeldes e imprevistas, convendría disponer de algún sistema para poder adquirir derechos para peerse de manera inmediata a otros ciudadanos que hayan sabido ahorrarlos anteriormente. Puede ser complicado articular la venta al por menor de derechos de pedos, podría hacerse a través de un mirochip o usando tecnologías como el Bluetooth o el Wifi. En el momento en el que notamos que algo en nuestro interior clama libertad, si hemos superado nuestra cuota de emisiones diaria, se debería poder enviar una señal inalámbrica a nuestro alrededor, con nuestro identificador fiscal, para que cualquiera de las personas que nos rodean puedan vendernos un derecho de emisión, que se descontaría de su saldo si éste acepta la transacción voluntariamente y que sería pagado en el acto por el emisor. En el caso de que nadie tenga derechos suficientes, el ciudadano afectado sería multado por haber sobrepasado los límites máximos de emisiones que aconsejen los científicos, si no es capaz de almacenar los gases de efecto invernadero y finalmente los lanza a la atmósfera.

Con este sistema, conseguiríamos regular la cantidad de pedos emitidos a la atmósfera, penalizaríamos a los que no pongan medios para controlar su cuota y compensaríamos económicamente a los que controlan sus emisiones. Algo parecido a lo que se busca con el protocolo de Kyoto, pero aplicado a nuestra vida cotidiana.

Espero que no tengamos que llegar a eso... Que San AeroRed nos proteja...